Cuando el cine habla del cine, lo más común es retratarlo con parte de la parafernalia técnica de la filmación: la cámara, las luces, el boom, la pizarra apareciendo en cada momento y sumergirnos en el instante en que la escena cinemática empieza y corta para regresarnos al cine observado por otra cámara omniescente que es por donde vemos el suceso fílmico. A estas alturas, ya ni siquiera es tan necesario ver esa parafernalia como parte de la escenografía mientras el cine observa el cine (como en Vamos a jugar al infierno, de Sion Sono, donde el equipo técnico y humano son parte esencial de la narración), sino que ya es más que suficiente ver a un director ensayando en su departamento con una actriz una escena que van a filmar durante un plano secuencia (Cuando la noche cae sobre Bucarest, de Corneliu Porumboiu), o ser testigos de cómo se va creando una película que no se filmó e invita a reflexonar sobre la naturaleza del montaje y la construcción de la memoria (El lapso de vida de un objeto encuadrado, de Aleksandr Balagura) sin ver a la cámara-personaje paseándose en el encuadre. Basta con referirse a la filmación para que el cine mismo sea analizado, criticado, desglosado y hasta burlado desde la propuesta de cada cineasta que reflexiona sobre el medio.
En el caso de Nuestra Sunhi, de Hong Sang-Soo, película con la que clausuró el #FICUNAM2014 y que también ya fue exhibida en otros festivales internacionales, el cine dentro del cine es un delicioso pretexto de Sang-Soo para continuar con sus estudios de carácteres siguiendo las viscitudes de la gente que trabaja en el cine coreano, de modo apacible y sin buscar la crítica directa al medio, sino dando cuenta del comportamiento de los personajes que retrata en esta producción.
Sunhi (Jung Yumi) es una estudiante de universidad que busca la recomendación de su profesor (Kim Sangjoong) para poder estudiar su especialidad en cine en el extranjero, sin que este sepa que está escapando de su entorno. Para quienes la conocen, Sunhi es una joven misteriosa, complicada, que se ha desvanecido de sus amistades y nadie sabe qué es lo que hace ni lo que planea para su futuro. Ya sea que un compañero le juegue una broma pesada y ella se moleste con él, o que por casualidad se encuentre con Munsu (Lee Sunkyun) un ex-novio con el que bebe en un restaurante y este aprovecha para volver a confirmar que está profundamente enamorado de ella. No se lo dice, pero el romance es un estorbo para Sunhi y sus planes de ¿huir? al Estados Unidos a estudiar. Tanto ella como Munsu ya son directores de cine, pero hasta Sunhi le reclama que su ópera prima se haya basado demasiado en la historia de su relación.
Jaehak, el Profesor de cine y Munsu. |
En distintos niveles, Sunhi tiene una relación particular con el Profesor de cine, con Munsu y un amigo de los tres, Jaehak (Jung Jaeyoung) también director de cine y guionista. Entre los tres hombres podrían definir el carácter difícil de la tímida Sunhi, pero Sang-Soo aprovecha para definir a ellos. Sunhi está permanentemente incómoda con su entorno, siente que la mesera del restaurante la trata mal por alguna razón que desconoce, y aparte intenta definir su personalidad en cada encuentro con ellos tres, estableciendo una relación ambigua con cada uno. Después que el Profesor le da una apresurada carta de recomendación, Sinhu le expresa su inconformidad y le pide que haga otra mientras comen en un restaurante, dando pie a que el Profesor le confiese que se siente muy atraido por ella. Jaehak es otro pivote al que Munsu y el profesor recurren para terminar hablando mal de Sinhu, como lo hace Munsu, o muy románticamente como lo hace el Profesor después de la cita que ha tenido con ella. Sin pensarlo, Jaehak termina completando un cuadro amoroso que da pie a una elegante y ligera comedia de enredos que culmina en el Palacio Changgyeoong donde los tres se encuentran unidos en distinta forma con Nuestra Sunhi en constante huida.
Las conversaciones, así como los breves actos, son el vehículo para que esta comedia ligera de Sang-Soo opere como un develador de los personajes, no solo del conflicto existencial de Sunhi, sino también de los tres hombres que giran alrededor de ella. Si las herramientas de la comedia se pueden dar con acciones físicas que disparan la risa, Sang-Soo utiliza la repetición de ciertos diálogos como un rolling gag verbal que define a cada personaje: Jaehak le recomienda a un Munsu ya muy borracho que no se clave con explorar sus límites para no perder la percepción del momento, pero a Sunhi le recomienda explorar sus límites para encontrar su personalidad. La carta de recomendación no se queda atrás, pues lo que expresa el profesor sobre ella, “Es reservada, tiene una sensibilidad artística y es inteligente”, Munsu y Jaehak lo toman y repiten como una verdad que la define (“¿Así soy? ¿Esto se parece a como soy? Ojalá pueda ser así siempre”, dice incrédulamente Sunhi).
La crítica de cine Ingrid Raison del Film Society Lincoln Center encuentra un símil entre la comedia de Sang-Soo y las obras de Jacques Tati, particularmente con el personaje de Hullot en Mi tío (1958): “En esa película, Hullot choca con la gente y la sociedad. Al contrario de Sunhi, Hullot es muy reservado. Ambos son infelices con su entorno pero por distintas razones. Sunhi no se puede relacionar con el mundo exterior porque ha perdido contacto consigo misma (…). Ambos personajes son involuntariamente risibles. Por más que traten de encajar, nunca encuentran su lugar y esa es la base de sus personalidades cómicas”.
En Nuestra Sunhi, el deseo por la mujer, los constantes desencuentros y desentendimientos entre hombres y mujeres, son los elementos suficientes para que la comedia de Hong Sang-Soo se desarrolle sin tropiezos y con una elegancia digna de verse en una filmografía que mantiene en ascenso.
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