Atrapando a David Lynch o un recuento de sus cosas para atraparlo mejor.
Varios sabemos que David Lynch goza de una gran reputación como autor y cineasta entre los seguidores del cine de culto y sus fanáticos irredentos. Por completo inusual para el común hollywoodense, lo podemos ubicar de inmediato por su gran clásico Eraserhead (1977, de 5 años de producción) y el posterior El hombre elefante (1980), ambas realizadas en maravilloso blanco y negro, que le valió su primera nominación al Oscar como Mejor Director bajo la producción del comediante cinematográfico Mel Brooks. Ese éxito, lo llevó a trabajar junto al productor Dino de Laurentiis para el estrepitoso fracaso de taquilla que fue la adaptación de Frank Herbert llamada Dunas (1984), pero que no fue suficiente para que pudiera llevar a buen fin con él la siguiente gran obra de Terciopelo Azul (1986), en la que muchos consideran que fue su completa consolidación como autor por haber logrado construir el universo que ahora ya se le conoce como lynchesco ––whatever that means. Casi en simultáneo a su coronación en Cannes con la Palma de Oro para Salvaje de corazón (1990), se aventó otro jonrón épico con su serie Twin Peaks (1990-91), (esta vez ya como autor y productor ejecutivo al lado de Mark Frost) aniquilada por ABC debido a su incómoda temática y que terminó siendo también un punto y aparte e influencia en la producción de las posteriores series norteamericanas, como lo reconoció Chris Carter para su serie de los X Files. De ahí, podemos contar con un siguiente fracaso a la incomprendida versión propia de Twin Peaks con Fuego camina conmigo (abucheadísima en Cannes en su exhibición) pero que tiene un lugar especial entre sus fanáticos que continúan año con año haciendo tours con la temática de la serie. La comedia sobre un programa de concurso en los años cincuenta Al aire (1992) tampoco sobrevivió a la primera temporada, pero eso no lo detuvo en continuar su colaboración con el novelista Barry Gifford para crear Lost Highway o Por el lado oscuro del camino, como se le nombró por aquí, otra incomprendida obra de terror psicológico. Disney y Canal + le ofrecieron el proyecto de la encantadora The Straight story (1999) que le mantuvo la ya ganada reputación de gran director ("Tenderness is as beautiful and abstract like madness", llegó a comentar Lynch). Sin perder esperanzas en la televisión, se anima a crear el piloto que fue rechazado de nuevo por un ejecutivo desmañanado de la ABC, y que decidió terminar con el recurrente apoyo de Canal + para entregarnos esa otra joya que es Mulholland Drive (2001), con el que ganó el premio a Mejor Director en Cannes, junto con Joel y Ethan Coen por El hombre que no estuvo allí. Hasta el momento, su último largometraje es Inland Empire, donde tiró por la borda el celuloide como soporte para filmar y que realizó por completo con una cámara DVCAM, lo que marcó su renuncia total al lastre que es filmar en 35mm y toda la pléyade que le acompaña a nivel de producción, pues ahora se sentía con mayor control en todos los detalles de la película, según afirmaba.