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Maïwenn Le Besco, como la fotógrafa Melissa Zaia. |
En el
tercer largometraje de la actriz bessoniana Maïwenn Le Besco (Maïwenn, la
call-girl de El perfecto asesino, o la Diva Plavalaguna de El Quinto Elemento) ya
en carrera como cineasta (cortometraje Soy una actriz, ’04; los largometrajes
Pardonnez-moi, ’06; La bola de actrices, ’09) aborda la vida cotidiana de la
pequeña Sección de Protección de Menores de París cuando la reportera gráfica
Melissa Zaia (Maïwenn) es asignada a cubrir sus actividades diarias cada que
atienden la sobrecogedora cantidad de casos de abusos hacia los menores: pedofilia
intra y extrafamiliar, violencia física, prostitución, situaciones de riesgo y
todo lo que para sus núbiles ojos nunca antes había conocido, sin inmutarse al encontrar
al grupo policíaco que se confronta a la ignorancia básica de los derechos de
los infantes por parte de los adultos parisinos. Melissa vive separada de su
marido Francesco (Ricardo Scamarcio), quien mantiene la custodia de sus dos
hijas pre-púberes y a la que invita a reuniones ocasionales de donde resulta,
por recomendación amistosa e influyente, la asignación a este inusual grupo de
policías. Basado en diversos hechos reales y filmado al estilo documental en
permanente alerta, Maïwenn no solo navega brincando de un caso a otro que se
resuelve o queda en suspenso, incursiona en la vida íntima de cada uno de los
agentes que tratan de llevar sus caóticas vidas lo mejor posible, como Nadine
(Karin Viard) arrastrando su inminente divorcio y quejándose con su compañera
de trabajo, la bulímica amargada e imposible de concebir Iris (Marina Foïs), o
con un Fred (Joey Starr) ya separado que se ha vuelto hipersensible a los casos
de abuso a los menores, conciliando su relación con la hija que le ruega que no
se vaya de casa aunque su ex esposa lo corra siempre, o el insidioso pero
agachón jefe Baloo (Frédéric Pierrot) en constante conflicto con Beuauchard
(Wladimir Yordanoff), el burocratazo director de la Unidad que sabotea cada que
puede la operación básica del grupo por intereses jerárquicos “superiores” a
ellos.
Ganadora
del Premio del Jurado en la Sección Oficial del Festival de Cannes en 2011,
Polissía (“Police” en francés pero deformado a “Polisse” por la pronunciación
infantil) es un registro de alcance realista e intenso gracias a la capacidad
del grupo de actores que interpretan a los agentes, llevados con precisión por
Maïwenn en el infierno de todos tan temido y rebasando por mucho la
dramatización que algunas series norteamericanas hacen (como La ley y el orden:
Unidad de víctimas especiales) sin llegar a ser empáticas con las víctimas con
las que se vanaglorian al retratar. Melissa es en la mayor parte del tiempo una
silente observadora fotografiando al grupo mientras almuerzan, al interrogar a
las y los infantes junto con sus hipócritas victimarios. Dura y sin
sensiblerías baratas, desde el guión escrito por la propia Maïwenn junto con la
también actriz Emmanuelle Bercot (la agente Sue Ellen), el continuum episódico
aunque en rigurosa linealidad temporal de la historia, se sucede en un ritmo
frenético que contagia la estresante relación de los agentes en sus discusiones
a veces raciales, otras clasistas, la mayoría de trabajo, pero estrechamente
unidos e identificados con una misión que impacta la vida propia fuera de la
Sección de Protección. Aunque Maïwenn es la más identificable del grupo, no
opera como exclusiva protagonista, todo funciona de modo coral y cada personaje
destaca con su propia problemática sin colocarlos como justicieros mesíanicos,
en todo caso, agentes demasiado comunes chocando en todo momento con una
sociedad siempre agresiva hacia la infancia, apenas encontrando válvulas de
escape de risa cuando interrogan a una adolescente la razón por la que dio
felaciones a un grupo de chavos tan solo para que le regresaran su celular (“Es
que era un smartphone”).
El cine en femenino pone en tabla rasa a este grupo de agentes y nunca adopta una posición moralizante y panfletaria hacia ellos o la sociedad parisina que retrata, en todo caso, se indigna y sorprende del abandono en el que la infancia se encuentra así como esta pequeña Sección Especial tan vulnerable a los bandazos del sistema judicial francés.