viernes, 25 de octubre de 2013

Sound City, de Dave Grohl (2013)


Dave Grohl es bastante conocido por ser el líder del grupo Foo Fighters y ex baterista de Nirvana, aquel grupo famosísimo del Grunge del que otros Seattlenses fueron parte a principios de los años noventa. Este talentoso sujeto se ha extendido de la música al terreno del videoclip y, esta vez impulsado por las ganas de hacer un homenaje a través de su Rockumental, le regresa un poco de la gloria que le tocó vivir en sus tiempos mozos a un estudio de grabación en el que se encerró con Nirvana a grabar su exitosísimo disco Never Mind, entre otros. Tal documental lleva el mismo nombre del estudio conocido como Sound City. Y vaya trabajo que se aventó  con este documental.


Con la constante ironía Grohlense que sostiene a este documental, Sound City arranca con una sentida y nostálgica narración del mismo Grohl recordando el impulso imberbe de él y los Nirvanas por largarse de Seattle a Los Angeles para grabar su primer disco ("Éramos sólo unos niños, sin ningún lugar que llamáramos 'casa' y teníamos estas canciones y sueños, así que lo metimos todo a la van y empezamos a manejar (...). No teníamos idea que en 16 días cambiaríamos nuestras vidas por siempre"), para llegar a un famoso estudio de grabación, que sería accesible para sus intenciones musicales, pero vaya chasco que se dan al entrar a un lugar que podría parecer cualquier cosa menos un estudio serio de grabación. Y esa impresión la comparten los testimonios iniciales de Stevie Nicks, Tom Petty, Rick Springfield, Butch Vig, Kevin Cronin de REO Speedwagon, Josh Homme (Queens of the Stone Age), el punketo aguardientoso Lee Ving de Fear, el productor musical Rick Rubin, entre otros. Pero ¡oigan! era el lugar donde grabó Neil Young, Pat Benatar, los Fleetwood Mac, los Chili Peppers ¡wow!, aunque el lugar no era lo bello a que podía aspirar lo nariz parada y exquisita que suele ser la industria musical norteamericana,  un sitio que al entrar saltaba a la vista su pésima decoración, muebles viejos, restos de botellas vacías de whisky y Bud’s si no es que alguien ya había orinado en un rincón sin que nadie se quejara, pero… ¿ibas a grabar un disco en serio o a lucirte en una pasarela? Entonces lo que importaba era grabar lo mejor posible y con la disposición de un espacio apto para la grabación y del que surgieron varios de los mejores álbumes de la música norteamericana. Oigan, ¿y por qué no también Terry Savallas Kojak grabaría algo allí, no?
Y sucede que cuando escuchas algunos fragmentos de los discos que se grabaron allí, haces que tu oído preste más atención y te das cuenta que la calidad sonora era impresionante, se vuelve una delicia musical. Con testimonios que parten del mismo Grohl y se continúan con los antes mencionados, David reconstruye puntualmente la historia de un sitio que fue el punto de reunión para algunos de los mejores discos de la historia norteamericana del rock, contando a partir de los músicos y del personal que llegó a trabajar allí qué era lo que hacía especial a Sound City. Aunque nada elegante, contaba con lo necesario a nivel técnico análogo como con grandes ingenieros de mezcla como para salir satisfecho con un Master de tu álbum e ir a competir en la sólida industria musical de esos tiempos. 
La estructura de Sound City no se complica, es solo un sencillo pero sincero homenaje de Dave Grohl a un lugar perdido en Los Ángeles, esa parte desconocida de la que obteníamos sólo la salida exquisita al reproducir en el tocadiscos emocionadísimos a Tom Petty y los Rompecorazones, o escuchar otro album más de ¿les gustaba Rick Springfield?, porque sigue el de Fleetwood Mac y The Cure y Neil Young y Nine Inch Nails sin olvidar a Nirvana, de quienes el solo fragmento en esta película podría complementar un documental aparte sobre Nirvana viéndolos trabajando en su vívida gloria.
Todos los personajes que desfilan se lucen con sus anécdotas, pero no dejan de girar alrededor de otro personaje-objeto-multicanal al que le deben toda la fidelidad analógica, aparte de las cintas de dos pulgadas en las que grababan, que era la impresionante Consola Neve, una consola multicanal hecha a pedido y que se convirtió en el eje principal y corazón de Sound City. Seguramente cada estudio de grabación tiene su historia particular, y tiene una buenísima consola de mezcla para obtener un gran sonido, pero la Consola Neve superaba a cualquier otra a pesar de que pudiera parecer rudimentaria, era el objeto esencial que dio vida a tantos álbumes. El desarrollo posterior del sonido analógico al digital con el Disco Compacto y luego las computadoras con renders tardadísimos para mezcla y edición de las pistas musicales, poco a poco fueron devastando a Sound City, que se negó a entrarle al juego digital porque contaban con la maravillosa Consola Neve que los sacaba del paso. A pesar de los altibajos propios a los que sobrevivió el estudio Sound City, la conversión hacia la mezcla y los efectos digitales, terminaron por devastar al estudio. Si la oportunidad de poder grabar a un grupo como si estuviera en una sesión en vivo era también una de las grandes virtudes del estudio con la Neve, no fueron suficientes como para que terminaran quedándose atrás en la línea de tiempo de la industria musical.
Por eso Dave Grohl se dedicó a rendirle el homenaje necesario a Sound City con este documental, y no solo se quedó en la recopilación de testimonios, grabó el álbum Sound City Real to Reel usando la consola Neve que se escucha fabulosa e intemporal al reproducir el álbum realizado durante esta película.

Esta vez, el 8vo. Festival Internacional DOCSDF exhibe este Rockumental en el Autocinema del Centro Cultural Universitario de UNAM en una doble función. Está de no perdérselo, pero por si no llegan a verlo, el documental está disponible en iTunes para compra-renta-descarga.



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