Sección Copiar/Pegar presenta "Películas Imposibles II":
Andrei Tarkovski.
Indudable genio de la cinematografía mundial, visionario dentro de las limitantes del cine soviético en su época, desde que su segunda película Andrei Rubliov salió a las pantallas del Instituto de Cinematografía soviético, Andrei no encontró más que obstáculos para poder siquiera exhibirla y después poder realizar los proyectos que tenía en mente. Si La infancia de Iván logró ganar el León de Oro del Festival de Venecia en 1961, abriendo las puertas del cine occidental a la cinematografía rusa, cuando las autoridades del Instituto de Cinematografía vieron que la historia del pintor de íconos medieval ruso Andrei Rubliov era una alegoría de la creación artística, no les encantó que fuera una película muy individualista, al menos la historia anterior del chiquillo Iván y su batalla personal durante la invasión alemana a la URSS en la Segunda Guerra Mundial era en beneficio del pueblo ruso, en el caso de Andrei Rubliov fue un tanto al revés, el camino del logro personal estaba por encima del interés del pueblo ruso, no enaltecía la colectividad ni nada de eso. En Tarkovski vieron cierta amenza y decidieron castigar su atrevimiento condenando a Andrei Rubliov a ser exhibido con pocas copias... años después de haberse filmado, incluso escondiendo la película a los Festivales Internacionales de cine que la solicitaban. Andrei tuvo que conformarse a realizar una película por encargo que fue Solaris, adaptación de la novela de Stanislaw Lem y la mejor versión hecha para esta obra, hasta las autoridades rusas se vanagloriaban de la misma por ser una especie de respuesta soviética a 2001: Odisea en el espacio de Kubrick. Pero el rebelde de Tarkovski saldría con un proyecto demasiado personal llamado El espejo, con rasgos autobiográficos, apuntalado con la poesía de su padre Arseny Tarkovski y una serie de episodios sobre su madre y su vida en las estepas rusas. Volvió a ganar prohibición y "gozar" de la exhibición de su película en los lugares más remotos de la Unión Soviética de los años 70, así como un determinado bloqueo del Instituto de Cinematografía por otorgarle proyectos o siquiera acceder a financiamientos de los propios. Entre estos, había preparado una adaptación de Hamlet, que logró montar en teatro y representó un éxito, pero de alguna forma también incómoda para las autoridades rusas, por lo que el proyecto cinematográfico tampoco se pudo concretar. Tras la realización de Stalker, otra obra de ciencia ficción, Tarkovsky se fue a vivir en el exilio, donde en Italia primero filmó Nostalgia al amparo de Michalangelo Antonioni y después en Suecia su última película Sacrificio, con el apoyo de la gente de Ingmar Bergman, el actor Erland Josephson y el Instituto de Cinematografía Sueca.
En el camino de su exilio, también trabajó en proyectos que no se llegaron a concluir y Alexander Kluge recoge un episodio en el que le tocó trabajar con un equipo de producción alemán que pretendía llevar a cabo la adaptación de una novela de Rudolf Steiner dirigido por Andrei Tarkovski, como sigue.