Ricardo Garibay
El despreciado oficio (y despreciable por oficio) del guionista tiene en su haber histórico cualquier cantidad de protagonistas en la oscuridad, por muy exitosos que sean. Como bien se sabe, lo que nominalmente llamamos "guionistas", sea una sola persona o un grupo de ell@s, es en quien reside el mayor soporte de lo elemental de una película: la historia y su construcción. Es quien va a tomar una premisa y se va a azotar contra ella para demostrarla y contarla con un protagonista y acompañantes durante, al menos, un par de horas en tiempo pantalla. Es quien va a batallar con acomodar una historia con la reglita de la estructura dramática en tres actos, o subdividirla como mejor convenga, pues para eso o se sigue la ortodoxia o mejor ni la respeta, porque la historia así lo requiere, y el cine lleva más de cien años en desarrollar su lenguaje, mejorando el modo de narrar o empeorándolo, ¿por qué no?.
Los cinéfilos de corazón siempre recordamos como el gran autor de una película al que aparece en el crédito de Director, hacemos pleitesía, discutimos su estilo y bla bla blá, sobre todo cuando él mismo resulta ser el guionista único o con colaboración para la película. Pero al guionista por sí solo es difícil tomarlo en cuenta por la jerarquía "menor" que tiene ante el (entra efecto de reverberación y voz grave) Director (sale efecto de reverberación), que durante años se ha cultivado por ser en quien reside el "Cine de autor"... que existe, hasta en el cine de corte comercial, por decirlo así.