En la historia del cine, existen cualquier cantidad de proyectos que no se lograron por diversas circunstancias: son muy caros, muy difíciles de hacer, no existe la tecnología o simplemente no hay apoyo para realizarlas. Entre ellos, hay adaptaciones a libros que han tenido un camino muy largo para encontrar su semejante en una versión cinematográfica. De seguro, García Márquez ha enfrentado a varios que han querido adaptar "Cien años de soledad" al cine y él se niega por completo a que sea una o varias películas; nadie se ha detenido a filmar los guiones imposibles de Jorge Luis Borges, quien estaba convencido que serían grandes películas; con dificultad alguien se habría imaginado adaptar al cine "En busca del tiempo perdido", de Marcel Proust, si no toda la obra, al menos Raúl Ruiz adaptó "El tiempo recuperado". Pero, ¿a quién demonios se le ocurre hacer una adaptación de "El capital", de Karl Marx? ¿Es eso posible?
Pues lo fue para un par de genios de la época del cine mudo en la naciente Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, quienes al menos pudieron imaginar cómo podrían hacer un proyecto cinematográfico de ese tamaño.